martes, 12 de mayo de 2009

Bocadillo de seto

Para quien no conozca la fiesta del Bando de la Huerta en Murcia, le diré que es la fiesta grande, es como el Pilar en Zaragoza, los San Fermínes en Pamplona o San Isidro en Madrid.
Se supone que es la exaltación de la Huerta, de la Huerta de hace 100 años, porque ahora de huerta mas bien queda poca y por lo tanto es una manera de recordar esos tiempos.

El día empieza con una misa huertana en la catedral, luego sigue con bailes regionales por la calle y termina con el desfile, y es este momento el que me interesa.
El desfile pretende representar las costumbres de la huerta, mucho colorido y representación de las costumbre de entonces, luego llegan las carrozas, ataviadas con todos los productos típicos de Murcia, y allí por donde pasan van repartiendo sus cositas, habas, morcillas, pimentón, salchichica, longaniza, etc, etc , etc, y es aquí donde aparecemos nosotros, jóvenes infantes con mas mala idea que la madre que nos parió.

Mi osado padre tenía por costumbre sacar una de esas carrozas, la surtía de todo tipo de manjares huertanos y allí nos juntábamos unos cuantos niños dispuestos a dejarnos llevar por nuestros impulsos mas primitivos y repartir productos típicos huertanos a diestro y siniestro.

El recorrido empezaba a eso de las 6 de la tarde, la carroza iba bien surtida y al publico se le agasajaba con las vituallas de rigor, conforme avanzaba la tarde disminuían las existencia, ora por todo lo que se daba, ora por todo lo que se jalaba y entonces entrábamos en la zona critica, que era cuando quedaba algo menos de una hora para finalizar el recorrido y la gente se nos acercaba cual hiena a su carroña y con cara de hambre, nos decía la típica frase “ niño, dame argo pa comè” entonces nos veíamos en la tesitura de tener que responder “No me queda de ná” y le dabas un “bando” ( papel tamaño folio en el cual venia escrito en panocho un texto que alude a las fiestas ), el susodicho elemento con cara de póquer te recogía el “bando” y se alejaba cabizbajo pensando, y que hago con esto, ¿me limpio el culo?, así que tomamos la determinación de no bajar la guardia e intentar satisfacer a todo aquel que se acercara, para lo cual decidimos hacer nuestros propios menús con los restos o sobras que pudiéramos rescatar y con todo lo que creíamos que era susceptible de ser engullido.

La materia más abundante era el pan, por lo que procedimos a rellenarlo con todo lo que teníamos a mano, de esta forma creamos una carta con los mas variados mini-bocadillos, las especialidades eran, mini-bocadillo de cáscaras de cacahuete y trozo de salchicha o rodaja de limón con regurgitado de morcilla, también se sirvió mucho el de salchichón con quicos y pipas sin pelar, pero el que realmente caló y dejó huella fue el de picadillo de hielo con seto, el seto lo obteníamos de todo el que rodeaba la carroza a modo de decoración y el picadillo de hielo fue sacado del fondo del cubo donde se enfriaban las pocas bebidas que quedaban. Recuerdo que mucha gente cogía los mini-bocadillos y los echaba directamente a las bolsas donde guardaba todo aquello que le daban, desde un manojo de habas, unos trozos de salchicha, una morcilla o un trozo de bonito fresco, me imagino que luego tal y como llegaban a su casa, todo ese revuelto iba a parar a la basura, pues lo realmente importante no era coger comida, sino ver cuanto llenabas la bolsa con el fin de poder darle envidia a tu compañero de silla, pero también es cierto que otras personas le hincaban el diente y era en ese momento cuando el descojone se apropiaba de nuestro ser, algunas personas después de morderlo lo abrían y se cagaban en nuestra puta madre y otros directamente lo tiraban, pero recuerdo aquel elemento de unos 130 kilos de peso, el cual mosqueado por que el bocadillo de seto con hielo picado no fue de su agrado se nos acerco mientras la carroza seguía su camino y nos tiro el bocadillo además de intentar pegarnos alguna ostia a los pequeños cabrones que por allí nos descojonamos, hecho que no paso desapercibido para nuestro progenitores y que dio lugar al fin de nuestro primeros pinitos en el mundo de la restauración.

2 comentarios:

  1. Que máquina eres Vigueras. pablo

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  2. El Señor, en el dia del juicio final, y en su reparto infinito de justicia, te castigará debidamente... Yo soy uno de los que tuvo la mala fortuna de catar uno de esos bocadillos de seto. Infeliz e inocente, me acerque, hambriento y desfallecido, hace ya algunos años, a una carroza en el Bando esperando recibir alguna deliciosa vianda que llevarme a la boca...y pobre de mí, todo lo que obtuve no fué sino uno de esos asquerosos bocadillos de seto... El Señor se apiade de tu alma, porqueyo no te he perdonado, malandrín...

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